The Learning Curve

La curva de aprendizaje

El otro día, algo simplemente… hizo clic. Llevaba mucho tiempo ahí, en silencio, en el fondo de mi cabeza. Y de pronto “es verdad, aprender lo es todo.” y no me refiero al estudio, me refiero a ese tipo de aprendizaje que cambia cómo vives, ese momento donde empiezas a notar el patrón, reconoces cuando aparece y dejas de sentirte tan impotente. Ya no solo reaccionas. Respondes.


Piensa en la primera vez que sentiste algo grande—duelo, rabia, atracción, vergüenza.
Fue un caos, ¿no? Tu cuerpo no sabía qué hacer con eso. Pero luego lo volviste a sentir. Y otra vez. Y en algún punto, el miedo alrededor de eso se volvió más bajito.

No porque la emoción desapareciera. Sino porque ya sabías qué era. Tenías palabras para nombrarla. Ya la habías sobrevivido antes. Y eso lo cambia todo.


Eso es lo que realmente significa aprender. Es el espacio entre la primera vez y la siguiente. Es lo que te permite entrar al mismo fuego con un poco más de calma, un poco menos de pánico.

Antes pensaba que la atracción era algo al azar. Un momento fugaz. Un tirón sin explicación. Pero ahora lo veo más claro. No es azar, es información. Tu cuerpo recopilando pistas sobre quién te hace sentir vista, quién te hace sentir segura, quién te hace sentir viva… y quién no.

Lo mismo con la comida. Lo mismo con cómo usamos nuestro tiempo. Creemos que estamos eligiendo. Pero muchas veces solo estamos alcanzando lo que nos resulta familiar.

Por eso el aprendizaje real cuesta. Requiere honestidad. Te pide cuestionar tus propios hábitos. Mirar a dónde regresas una y otra vez—y por qué.

La mayoría no queremos hacer eso. Preferimos repetir antes que examinar. Pero una vez empiezas a aprender—de verdad—ya no puedes desver lo que ahora entiendes. Empiezas a elegir distinto.

Eso he estado haciendo últimamente. En cosas pequeñas. En cómo me hablo cuando me equivoco. En cómo descanso. En cómo me detengo a preguntar: “¿Esto es mío?” antes de cargar con el ánimo o las expectativas de otra persona.

No es que sienta menos. Solo que ya no me arrastra todo tan fácil.

Esa es la curva. No es glamorosa. No es rápida. Pero es real. Y hace que la vida se sienta más vivida—menos como algo que hay que resistir.

Sigo aprendiendo. A veces sigo haciendo lo mismo de siempre y me toca preguntarme: “¿Por qué?”
Sigo notando cuántas veces actúo por costumbre, no por decisión.

Pero ya no me castigo por eso.

Solo intento ser más honesta. Más despierta.

Eso es aprender, en realidad. No hacerlo bien todo el tiempo. Solo responder un poquito distinto. Algunos días lo logro. Otros no. Pero al menos ahora sé la diferencia.


Regresar al blog