En este momento de mi vida yo creo que Dios es el tiempo.
Lo he visto. No como se habla en las iglesias. Lo he visto moverse lento, espeso, casi cruel. Lo he visto detenerse. Lo he visto sanar. Y siempre, siempre lo he visto resolver.
Y eso me parece fascinante.
Me sorprende que a pesar de que el tiempo en ocasiones no cura una enfermedad, sí termina curando la causa, así sea tarde. Y sii le das la oportunidad, si te sientas lo suficiente y dejas de pelearle, el tiempo te cura el orgullo, el miedo, la rabia. Te calma. Te cambia. Te enseña lo valioso. Y también lo insignificante que eres.
Por eso sigo aprendiendo despacito a no correr. A dejar que el tiempo haga su parte. A no forzar lo que no está listo. A no escapar.
Así que esta pintura es sobre ese sentimiento, ese respirar profundo para dejar que el tiempo que he vivido en esta ciudad haga lo suyo. Esta es la última pintura que hago en este estudio, asi cierro mi ciclo en Milwaukee. Esta pintura guarda ese blanco cálido de las paredes y el piso de mi estudio, y el azul oscuro es el lago al que iba a visitar casí todos los días. Con esta obra dejo escrito y firmado que el MidWest me enseñó, que todo es Cuestión de Tiempo.